No puedo creer que lo extrañe tanto, pareciera que hace un centenario no lo veo.
Él era para mi algo semejante a un domingo soleado recostada en el campo, era la sonrisa que se dibujaba sin magia en mi cara, era y sigue siendo la esperanza de cada día.
En el momento en el cual me dijo sus palabras más tiernas y nunca más volví a verlo, crecí. En todo ese tiempo me di cuenta de que él tenía razón, yo no lo veía con ojos enamoradizos sino con unos desorientados y confusos.
¿Tendrá aún, hasta en lo más profundo de su corazón, igual amor a aquél que solía tener? ¿Qué pasaría si te volviese a ver? ¿Sería, de ahí en más, una condena eterna en contra de mi ser por no haber aprovechado el momento? Por más que con estas preguntas quiera hacer creer que no sé que pasaría, no puedo dejar de decir que si vuelvo a mirarlo a los ojos jamás olvidaría esa mirada que hace un par de años se ganó mi corazón, tarde pero lo hizo. Es tal se dice: “cuando lo tienes, no lo quieres. Cuando no lo tienes, lo querés”; te quiero.
Él era para mi algo semejante a un domingo soleado recostada en el campo, era la sonrisa que se dibujaba sin magia en mi cara, era y sigue siendo la esperanza de cada día.
En el momento en el cual me dijo sus palabras más tiernas y nunca más volví a verlo, crecí. En todo ese tiempo me di cuenta de que él tenía razón, yo no lo veía con ojos enamoradizos sino con unos desorientados y confusos.
¿Tendrá aún, hasta en lo más profundo de su corazón, igual amor a aquél que solía tener? ¿Qué pasaría si te volviese a ver? ¿Sería, de ahí en más, una condena eterna en contra de mi ser por no haber aprovechado el momento? Por más que con estas preguntas quiera hacer creer que no sé que pasaría, no puedo dejar de decir que si vuelvo a mirarlo a los ojos jamás olvidaría esa mirada que hace un par de años se ganó mi corazón, tarde pero lo hizo. Es tal se dice: “cuando lo tienes, no lo quieres. Cuando no lo tienes, lo querés”; te quiero.